domingo, 15 de noviembre de 2009
TRES DESEOS PARA MI HABANA
Tres deseos he pedido para mi Habana: que nunca pierda el Malecón y su horizonte azul; que sus voces y fantasmas sigan conviviendo en la magia de su encanto; que me permita reposar en el desorden disperso de su geografía,aquel en donde caigan las cenizas de lo que un día fui y que preciso para seguir existiendo.
Y son deseos muy hondos, porque no soy habanera de cuna.
O si lo soy, porque por estas calles que siempre miro con aire poético, ha andado mi inquieto corazón en búsquedas infructuosas y felices,en aventuras dolorosas y desoladoras, en la ruta a esos sueños que se me desgranaron o a los que persisten… Por aquí andan los rostros de los que he amado y de mis desterrados, los ríos desbordados de quién sabe qué cosas, mis no arrepentimientos, la música divina de un amanecer en la orilla, la yerba húmeda que arranqué en el gemido y mis propias gaviotas, el huracán que no se olvida, el rápido andar para llegar a los ofrecimientos; mis amigas y amigos,las ases de Espada que me yerguen.Y los que no me quisieron.Y el desenfreno y la quietud, el arte que saboreo, y otra vez el amor, siempre el amor al vaivén de las olas temporales y tempestuosas.
Aquí están mis mayores recuerdos .Y los mejores. Y los peores. No me pregunten sobre eso, es mi legado humilde a la historia de esta ciudad amada.
Con tales riquezas ¿Cómo no va a ser La Habana, savia nutritiva en mis venas?.
Yo la disfruto. Descubro un poco de ella cada día. La aspiro con un placer infinito.
Siempre digo que para comprender a La Habana, hay que haberla habitado. No importa el sitio: en el solar de Centro Habana o en Miramar; en Pogolotti o en el Vedado, en Víbora Park o en Bacuranao, en el Parque del Quijote o bajo el puente de la Lisa Simplemente haberla habitado, sólo así es posible entender por qué la amamos tanto
Gracias infinitas le doy a la vida, porque me trajo a su sombra, que es la de la Ceiba grande, corazón del país.
Tres deseos he pedido para mi Habana. No los voy a repetir…para que se me den.
sábado, 7 de noviembre de 2009
OMARA Y CHUCHO !GRACIAS!
En Cuba y en el mundo entero, Omara Portuondo y Chucho Valdés no necesitan presentación y aunque los premios son importantes, estos dos mulatos criollísimos, se han abierto paso por su inmenso talento musical, su caudal expresivo y fidelidad a la cultura y la identidad de la tierra donde nacieron. No les ha hecho falta nada más, ni afeites mentirosos , ni shows mediáticos, ni escándalos faranduleros. Ellos son lo que son, por sus atributos profesionales y humanos.
Omara es una diva, algo indiscutible. Una mujer cuya voz excepcional se enriquece por ese sentimiento que pone en cada interpretación, por ese corazón que se desborda, cante un bolero, feeling o guaracha. . Omara es como un cóctel cubano, con la mezcla perfecta y una explosividad contagiosa ;y creánlo,todo eso se le lee hasta en el movimiento de sus ojos y manos y en el mismísimo caminar.
He tenido el privilegio de haberla escuchado en diferentes escenarios; y si bien el Buenavista Social Club ha sido el trampolín que globalizó su historia musical, para mí en lo personal , una noche loca en Las Cañitas del Habana Libre, en que cantó con Elena Burke y Moraima Secada, su inolvidable Amigas, o aquella otra en la escalinata de la Universidad y no recuerdo tampoco el año, en que el estudiantado deliró por ella -¿Qué cantaste, caramba?-, son más perecederos que cualquier otro momento. Claro, es mi visión personal.
Chucho es uno de los íconos de una familia de músicos respetables, los Valdés. En su raíz está el folklore cubano, la rumba, el jolgorio del solar, pero él ha tenido el virtuosismo de elevarlo a la universalidad, sin perder un ápice de lo que es, un mulato cubano, pero pausado; que mira más hacia adentro de su mundo, pero como buen criollo acogedor y simpático. La fama no lo ha cambiado y es un esforzado por darle su lugar merecido al Jazz en nuestro país, donde por cierto tiene adeptos y conocedores.
Asistir a una de sus presentaciones, sea en Londres o en el Festival de Jazz Plaza en La Habana, en un club, o un espectáculo multitudinario, es un privilegio impagable; como instalarse en una nube, con un mojito en las manos y el humo de un puro para matizar las melodías que cautivan. No es sólo jazz, es todo lo que toca, es la maestría sin igual.
Y cómo lo disfruto. También mi madre que no ha perdido oído musical a sus 86 años, siente al escucharle esa fuerza espiritual que la lleva y la trae en las increíbles notas de su piano, quién sabe a cuáles recuerdos y hechos.. Chucho es un virtuoso.
Se prestigia el Grammy Latino, con premiar a estos dos colosos de Cuba. Ojalá sea este el comienzo de una época más fructífera, en que insidias maliciosas aparte, han impedido destacar la valía de otros músicos del patio y se dejen atrás bochornosos sucesos alrededor del tema cubano, que injustamente han privado a muchos otros de nuestros compositores e intérpretes de ese reconocimiento.
Se hace honor, por suerte, a la valía de Omara Portuondo quien con su disco Gracias, ganó en la categoría de Mejor Albúm Tropical Contemporáneo y a Chucho Valdés y su padre, por Juntos para siempre, galardonado en la de Mejor Albúm de Jazz. Y ahora que me acuerdo:- Omara, en la escalinata de la Universidad de La Habana, ibas vestida de Lila, pañuelo en la cabeza y terminaste llorando la canción Gracias a la Vida, de Violeta Parra.¿Qué otra cosa podría decirte? Gracias, por todo lo bueno que le has cantado a este pueblo. Y también a Chucho Valdés. Ustedes, sin dudas, están Juntos Para Siempre en nosotros.
lunes, 2 de noviembre de 2009
LA FERIA DE LA HABANA UN PUNTO DE ENCUENTRO Y MAS
Para los organizadores, la Feria Internacional de La Habana es un evento de suma trascendencia para pulsar el mundo de los negocios, ubicarse en nichos de mercado, mostrar lo que hacemos en Cuba y ver lo que otros traen, en fin...Y es indiscutible que se trata de un evento de gran importancia para nosotros y para quienes nos visitan.De sus pormenores, por supuesto, mantenemos al tanto al público en nuestros medios de difusión y páginas web. Pero la Feria trasciende ese ámbito de personas que se visten para la ocasión, ubican sus mejores plumas y lapiceros a la vista, nos muestran que, no importa que el stand sea pequeño, porque perfume bueno llega en frasco chiquito, sacan sus computadoras para exhibir su carpeta de productos y hasta cambian el ¨hablao¨cubanísimo, atropellado y subido de tono, por uno más pausado y profesional.
La Feria,como la llamamos, porque se considera la madre de todas las otras que se realizan en el país, es también MUYde los habaneros. La siguen desde que la anunciamos y buscan todas las formas posibles para llegar a Expocuba, con y sin invitación, con el dinerito exacto para que entre toda la familia el día que se abre al público en general, o con sus pesitos para tomarse una cerveza con la novia e impresionar. Es un vacilón observar cómo la disfrutan, el interés que muestran por lo que se expone, las preguntas que hacen; son profesionales, estudiantes, técnicos, obreros, cuya base educativa les posibilita comprender de lo que se trata, la razón de tal servicio, para qué sirven esas máquinas, qué cultura representan esas artesanías indígenas o cuán trascendente puede ser aquel proyecto ambientalista.
Los más jóvenes se agrupan en los sitios de los que huímos los más viejos, o sea, donde la tecnología abusa de la música de altos decibeles, hay rifas y vídeos; y algunas caravanas de gente de la Tercera Edad, mejor, Adultos Mayores, alquilan su guagüita para echar también su miradita a esa vitrina mundial y no quedarse atrás a la hora de presumir. Y es que la interrogante criolla: Oye ¿ ya fuíste a la Feria de La Habana? es como punzonarte con la mirada de Te quedaste atrás, compadre.
Fuera de lo que hago cada día en esta expobolsa y que he realizado por unos 20 años -y esta es la edición 27! imagínense!- me encanta la feria porque me encuentro con Malanga y su puesto de viandas, es decir, con gente que estuvo conmigo en la Secundaria o el Pre, con alguien que trabajé en no sé dónde, con amistades de todas partes, con personas que he entrevistado a lo largo de esta añeja carrera y que me reconocen, con amores que pasaron por mi vida, o yo pasé por la de ellos, sin que se enteraran...!Cómo se activan las neuronas!
En verdad la Feria es un punto de encuentro. Por ejemplo, allí tropezamos las colegas de siempre y los colegas también, nos miramos de refilón a ver cuán más arboladas de canas están nuestras cabezas y preguntamos por hijos y parientes , -los mismos por los que les interrogamos hace unos días en cualquier otro evento-, nos recomendamos la dieta del Nunca Jamás y, humanos en fin, cotilleamos de cualquier cosa, mientras morimos de sofoco en las largas caminatas de pabellón a pabellón.
Me gusta la Feria Internacional de La Habana, tan habanera como cualquiera de los que habitamos esta ciudad; bullanguera, calurosa,colosal. Me la siento en el dolor de los pies de cada noche y en ese cansancio que me cierra los ojos, mientras regreso a casa, con la cara llena de bacterias multinacionales, de todos los besos que me han dado cubanos y extranjeros.Es que, con los años, vamos haciendo amistades con empresarios de otras latitudes que también son besucones o lo aprendieron en Cuba y se les quedó la maña.
La feria me mata, me suelta despetroncada, hecha leña, para hablar en buen cubano,pero a pesar de ello me siento bien...! Caramba!
La Feria,como la llamamos, porque se considera la madre de todas las otras que se realizan en el país, es también MUYde los habaneros. La siguen desde que la anunciamos y buscan todas las formas posibles para llegar a Expocuba, con y sin invitación, con el dinerito exacto para que entre toda la familia el día que se abre al público en general, o con sus pesitos para tomarse una cerveza con la novia e impresionar. Es un vacilón observar cómo la disfrutan, el interés que muestran por lo que se expone, las preguntas que hacen; son profesionales, estudiantes, técnicos, obreros, cuya base educativa les posibilita comprender de lo que se trata, la razón de tal servicio, para qué sirven esas máquinas, qué cultura representan esas artesanías indígenas o cuán trascendente puede ser aquel proyecto ambientalista.
Los más jóvenes se agrupan en los sitios de los que huímos los más viejos, o sea, donde la tecnología abusa de la música de altos decibeles, hay rifas y vídeos; y algunas caravanas de gente de la Tercera Edad, mejor, Adultos Mayores, alquilan su guagüita para echar también su miradita a esa vitrina mundial y no quedarse atrás a la hora de presumir. Y es que la interrogante criolla: Oye ¿ ya fuíste a la Feria de La Habana? es como punzonarte con la mirada de Te quedaste atrás, compadre.
Fuera de lo que hago cada día en esta expobolsa y que he realizado por unos 20 años -y esta es la edición 27! imagínense!- me encanta la feria porque me encuentro con Malanga y su puesto de viandas, es decir, con gente que estuvo conmigo en la Secundaria o el Pre, con alguien que trabajé en no sé dónde, con amistades de todas partes, con personas que he entrevistado a lo largo de esta añeja carrera y que me reconocen, con amores que pasaron por mi vida, o yo pasé por la de ellos, sin que se enteraran...!Cómo se activan las neuronas!
En verdad la Feria es un punto de encuentro. Por ejemplo, allí tropezamos las colegas de siempre y los colegas también, nos miramos de refilón a ver cuán más arboladas de canas están nuestras cabezas y preguntamos por hijos y parientes , -los mismos por los que les interrogamos hace unos días en cualquier otro evento-, nos recomendamos la dieta del Nunca Jamás y, humanos en fin, cotilleamos de cualquier cosa, mientras morimos de sofoco en las largas caminatas de pabellón a pabellón.
Me gusta la Feria Internacional de La Habana, tan habanera como cualquiera de los que habitamos esta ciudad; bullanguera, calurosa,colosal. Me la siento en el dolor de los pies de cada noche y en ese cansancio que me cierra los ojos, mientras regreso a casa, con la cara llena de bacterias multinacionales, de todos los besos que me han dado cubanos y extranjeros.Es que, con los años, vamos haciendo amistades con empresarios de otras latitudes que también son besucones o lo aprendieron en Cuba y se les quedó la maña.
La feria me mata, me suelta despetroncada, hecha leña, para hablar en buen cubano,pero a pesar de ello me siento bien...! Caramba!
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