lunes, 26 de octubre de 2009

CONGRI CUBANO !QUE RICOOOO!


!No me joroben! ¿Quién ha visto un congrí cocinado en ollas de última generación? En mi familia siempre ví que la cocción se realizaba en grandes calderos de hierro y si era posible al carbón, con hojas de guayaba quemándose o vaporizándose, sobre la mezcla de arroz y frijol colorado, con ajo y hojas de laurel. Todavía en algunos de los hogares de la geografía cubana se conservan esos viejos y tiznados calderos, que se sacan con barullo en los jolgorios especiales.
Según Nitza Villapol, mujer que creó una saga en torno a la culinaria nacional y autora de numerosos libros de recetas, el congrí es una joya gastronómica, que incluso dentro de Cuba varía en su forma de cocinarlo y los ingredientes que se usan; pero donde yo nací, en Guaro, un poblado de Holguín al este de este archipiélago, en la zona oriental, para más detalles, se sofríe primero el arroz crudo en la manteca de puerco, se mezcla con el frijol colorado hervido y se le echan masitas y chicarrones de este animal.. !Y tiene que quedar desgranado! por eso se sofríe antes y se le tiene a fuego lento; porque congrí pegajoso, hecho bolitas o empegostado, como mal le llamamos por acá, se le echa a los puercos.
Y viene bien con todo: con picadillo, carnero con papas, bistec de cerdo (o puerco)... pero a mí como me gusta es con huevo, plátano maduro frito y ensalada de aguacate. !Que ricoooooo! Schlummmmp
Desde hace más de 5 siglos, en el Caribe se conoce el congrí y es plato preferido .Es probable, pero no corroborado que su raíz esté en Africa o tal vez fue obra de la casualidad o la inventiva de alguien, pero sea como sea, el que hacemos en las provincias orientales cubanas, es inigualable. !Y eso nadie me lo puede discutir!

sábado, 17 de octubre de 2009

EL DEDO DE LA SUERTE

Es costumbre de los habaneros tocar las manos y la barba de la estatua de El Caballero de París, un personaje del pasado siglo que deambulaba por las calles de La Habana y contaba historias fantasiosas acerca de su vida y proyectos.
Llegó a ser muy querido por los habaneros y especialmente los niños, a quienes narraba cuentos llenos de belleza y humor.
Se le han dedicado poemas, numerosos escritos y canciones, pero su mística permanece en el corazón de quienes habitamos en esta ciudad de embrujo, como uno de los personajes que han dado vida y forman parte de la historia de la capital cubana.
Al tocarlo, pedimos uno o varios deseos y esperamos que su alma noble nos favorezca.
La estatua de El Caballero de París, se encuentra situada en las afueras del Convento San Francisco de Asís, en la Habana Vieja y es obra del escultor cubano José Villa Soberón.
Si usted observa detenidamente la foto , descubrirá que estas partes de la estatua aparecen pulidas por el roce de las personas.
Más detalles

Foto de mi Habana

Vista de la desembocadura del río Jaimanitas, al oeste de la ciudad
Foto de Jose Carlos Imperatori

viernes, 16 de octubre de 2009

EL COTILLEO HABANERO


La Habana es como una casa. Pese a que sobrepasa los 2 millones de habitantes, la gente se trata como si se conociera de siempre, conversan en las paradas de ómnibus, en las panaderías, en los hospitales en y camino a cualquier lugar; y lo hacen con soltura, sin inhibiciones y generalmente en forma sana.

Y fíjense que no dije ¨los habaneros¨sino La Habana, la capital de Cuba, que es como decir el gran patio que acoge a gente de todo el archipiélago: cubanos que podrán diferenciarse por su cadencia al hablar, bailar y hasta vestirse, pero que tienen como denominador común, esa manera sencilla de entablar relaciones y compartir incluso su vida personal con gente, a la que tal vez no vean o reconozcan nunca más.
Pero donde esta familiaridad se extrema es en el barrio, en que desde bien temprano, camino al trabajo o las escuelas, se comparten impresiones acerca del tiempo, del precio de los vegetales, de si te enteraste que a fulano le dio una cosa anoche, mientras estaba en lo que tú sabes; de la barbaridad que hizo el manager del equipo de beisbol equis que mandó a tocar la bola, cuando no debía;pero igualmente se reclama el buchito de café del vecino, porque no nos dio tiempo a colar, o se le pide de favor que le de una vuelta a la vieja, que hoy se quedó sola.
El cotilleo habanero es como una gran sábana, en la que se va escribiendo la crónica diaria de la ciudad y la barriada y a quienes vivimos en esta ciudad nos encanta, simplemente porque lo reconocemos como parte de nuestra forma de ser
Si usted visita Cuba, no se sorprenda de que alguien en el Malecón Habanero le cuente que allí le dieron el primer beso de su vida. No lo dude, es verdad.