sábado, 17 de octubre de 2009

EL DEDO DE LA SUERTE

Es costumbre de los habaneros tocar las manos y la barba de la estatua de El Caballero de París, un personaje del pasado siglo que deambulaba por las calles de La Habana y contaba historias fantasiosas acerca de su vida y proyectos.
Llegó a ser muy querido por los habaneros y especialmente los niños, a quienes narraba cuentos llenos de belleza y humor.
Se le han dedicado poemas, numerosos escritos y canciones, pero su mística permanece en el corazón de quienes habitamos en esta ciudad de embrujo, como uno de los personajes que han dado vida y forman parte de la historia de la capital cubana.
Al tocarlo, pedimos uno o varios deseos y esperamos que su alma noble nos favorezca.
La estatua de El Caballero de París, se encuentra situada en las afueras del Convento San Francisco de Asís, en la Habana Vieja y es obra del escultor cubano José Villa Soberón.
Si usted observa detenidamente la foto , descubrirá que estas partes de la estatua aparecen pulidas por el roce de las personas.
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